Bien (ojos de atardecer)

Entraste irreverente y mi entrega, fingidamente cautelosa, se vio dominada.


Eras un concentrado de mis miedos manifestándose y mis ganas de afrontarlos, llegaste y me bañaste de primeras veces y de nuncas traicionados;

al instante fuiste invasión de pensamientos y segundos congelados. 


Yo, encerrada por tanto tiempo; tú, bondad con disfraz de excesos y noche con ojos de atardecer. Paradigmas hechos polvo y ganas infinitas de no detener.

Expectativa no solicitada y reflejo genuino de mí. 


Fuiste el pestañeo de una fe ciega que hacía tiempo se arrodillaba.

El complemento que ni siquiera mi ello esperó.


Nunca entendí por qué entraste por la puerta, si de todos modos ya habías derribado las paredes de la entrada. 


Porque para que mis fantasmas y tus demonios sanaran, tenían que dejar de bailar.

Porque no podía acostumbrarme al caos y tú no a la tranquilidad.


Así fue.


Comentarios

Entradas populares