Muda fe

Voy a dejar que mis dedos me guíen,
que hable la desesperanza,
que mi delirio se desboque,
que mi mente se exima y mi asfixia grite.

Quiero que me leas y me ignores,
o que no me leas y nunca me intuyas;
que te imagines y el juicio pierdas,
que rías y nunca lo creas,
que lo sepas y lo desdeñes.

Quiero estar de ti cerca y que tú estés lejos;
quiero seguir el vestigio de tu cabello,
vencerme sigilosa ante tu esencia,
ser boba al chocar con tu iris,
hacer de tu piel, en un segundo, la infinitud.

Puedo olvidar mis raíces
para enredarme a las tuyas;
quiero liquidar todo brío
en el afán de complacer tu inusual humor. 

Pienso omitir lo tangible,
desmoronar el curioso espejo,
y retar los siete años de mala suerte
con siete y el quíntuple de mi excepción y yo.

Quiero quedarme con tu esfinge,
cautivarla en sueños,
besarla en sueños,
dejar que me lastime en sueños.

Pero más quiero, más ambiciono, que me esté yo mintiendo,
que no sea sigilosa, ni en sueños, ni que lo desdeñes;
quiero que baje de lo alto algún portento,
que sin razones haya escuchado mi muda fe,
y me haga destruir cada letra de esta inútil redacción.

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